Esto se debe al sulfóxido de tiopropanal, un gas que actúa como agente lacrimógeno. Al romperse las capas de la cebolla, se liberan unas enzimas conocidas como alinasas, que se descomponen en ácidos sulfénicos, captados por la nariz mientras cortamos el vegetal, y que provocan la tan molesta irritación.
Hay varios truquitos que podemos aplicar para evitar terminar llorando como una Magdalena y huir de la cocina.
A continuación te mencionamos algunos:
1) Alejar la tabla donde vamos a picar nuestras cebollas. Así los gases, que suben y provocan la irritación, no van directos a nuestra cara
2) Enfriar las cebollas en el congelador unos minutos antes de picarlas
3) Utilizar un cuchillo bien afilado
4) Mojar tanto las cebollas peladas como el cuchillo en agua repetidas veces según se va cortando (no muy práctico si tienes una gran cantidad de cebollas por picar)
5) Encender una vela o la campana extractora de la cocina para absorber los gases que se emanan
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